Para cumplir la promesa que me hice en la primera entrada de este blog, va siendo hora de comentar una de mis películas actuales favoritas.
Un casi octogenario Clint Eastwood protagoniza y dirige esta cinta sobre las relaciones humanas, tan cruda como entrañable. Su competente faceta como actor viene avalada por una labor de varias décadas, pero sólo en los últimos años se ha revelado, además, como un magnífico director de cine por una serie de trabajos muy personales que se permite dirigir y/o interpretar, gracias a la libertad que le otorga ser también el productor de los mismos.
Eastwood durante el rodaje de Gran Torino.
Gran Torino narra la historia de un anciano viudo al que nada une con su descendencia y ya no se siente parte del mundo que le rodea. Al contrario que otras personas en sus circunstancias, tampoco siente amparo en la Iglesia a la que, formalmente, pertenence. A partir de ahí, afronta de modo inesperado la relación con sus nuevos vecinos orientales, miembros de la comunidad Hmong, lo que dará un giro a su existencia y le descubrirá que hay otra forma de ver las cosas.
A pesar de que este veterano de la Guerra de Corea siente inicialmente un rechazo frontal hacia ellos y les ofrece claras muestras de su indisimulado racismo, crea un vínculo especial con Thao, un adolescente a punto de echar a perder su futuro. Hasta el impecable Ford Gran Torino del 72 que da título a la película, y que inicialmente simboliza a la perfección el mundo trasnochado y moribundo de su propietario, terminará sufriendo su propia metamorfosis hasta llegar a representar el origen de una nueva vida.
La dirección, como de costumbre, sobria y sin adornos, queda alejada del cine creado a golpe de talonario y efectos especiales, demostrando que son innecesarios cuando hay algo bueno que contar y se sabe eleborar un producto sencillo y elegante.
La Academia de Hollywood, no siempre acertada, olvidó esta obra en los premios Oscar, siendo reconocida por su nominación en los Globos de Oro para luchar en una categoría menor, la de mejor canción original por "Gran Torino", que podemos escuchar en los títulos finales. Por cierto, la música de esta película corre a cargo de Kyle Eastwood, uno de los hijos del director.
2 comentarios:
Sabia elección Dickson, te ves capaz de elogiar una pelicula actual...pero tiene truco: el director es de la vieja escuela y eso ya es una garantía de habilidad en la pantalla.
Creo que Eastwood es un excelente fabricante de peliculas redondas. Combina con exquisita naturalidad las emociones y los sentimientos con los valores y sin perder la emoción de la acción. Carlos Boyero destaca "Sin Perdón" como la mejor de los últimos 25 años, pero Billie que es más sentimental y romántica se inclina por Los Puentes de Madison. Es digno de mención su protagonismo en sus propias peliculas...¿es porque no encuentra quien interprete mejor sus personajes? o ¿porque solo sabe dirigirse a si mismo? Ganas de complicarse seguramente, pero su público se lo agradecemos.
Eastwood es uno de los actores más emblemáticos de la historia del cine, eso es indiscutible. Su trilogría con Leone y sus películas de Harry Callahan son suficiente prueba de ello. Pero a mí me gusta mucho más como director, sabe mucho, mucho de cine. "Gran Torino", sin embargo, no está entre mis favoritas, aunque indudablemente es buena película. Y es que este señor no sabe dirigir mal, eso está claro.
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